“Encuestas y escuelas”.
La encuesta La Situación de los profesores noveles de 2008 (El País, 9/10/08), realizada a partir de una muestra de 1.600 profesionales por la Fundación SM y la OIE, que dirige Álvaro Marchesi, viene a confirmar lo que ya sabíamos, que más de la mitad de los docentes de educación obligatoria dicen que los alumnos de generaciones anteriores no sólo se portaban mejor en clase sino que incluso sabían más.
Si bien es cierto que lo verdaderamente preocupante de esta afirmación no es lo que los profesores digan acerca de sus alumnos y sí el modo en que esto puede repercutir en el modo de trabajar en clase, hay una cuestión en relación con las encuestas, aún si cabe, más preocupante. Esta no es otra que el valor mediático cada vez mayor que se les da a las encuestas estadísticas, a pesar del sesgo conservador que implican. A este respecto, J. Ibáñez nos advierte que las encuestas estadísticas sobre cuestiones ideológicas conllevan un posicionamiento del entrevistado sobre la cuestión, por lo que este tiende a inclinarse a responder de acuerdo con aquella opinión que cree goza de mayor aceptación dentro de su propio medio social. De forma que la respuesta se encuentra así condicionada y carece, por sí misma, de valor científico.
Como carece de valor científico comparar la conducta y los conocimientos de los alumnos escolarizados en secundaria en estos tiempos con los de antes. En primer lugar, porque hasta 1990 no se inicia en España la obligatoriedad de estudiar hasta los 16 años. En segundo lugar, porque habría igualmente que recordar que en los ochenta no obtenía el título de EGB el 20% del alumnado. Que en BUP sólo se escolarizaba una parte de la población, social y académica seleccionaba, a pesar de lo cual cerca del 13% abandonaba el primer curso y otro tanto el segundo. Que el problema era aún mayor en la Formación Profesional, de forma que en la FP1 fracasaba más de un 50%.
Por todo lo cual, parece evidente que se impone partir de donde cada uno está y puestos a comparar alegrémonos de que al menos ahora, hasta los 16 años, todos tienen legalmente las mismas oportunidades.
VICENTE M. PÉREZ GUERRERO
12 de octubre de 2008
La encuesta La Situación de los profesores noveles de 2008 (El País, 9/10/08), realizada a partir de una muestra de 1.600 profesionales por la Fundación SM y la OIE, que dirige Álvaro Marchesi, viene a confirmar lo que ya sabíamos, que más de la mitad de los docentes de educación obligatoria dicen que los alumnos de generaciones anteriores no sólo se portaban mejor en clase sino que incluso sabían más.
Si bien es cierto que lo verdaderamente preocupante de esta afirmación no es lo que los profesores digan acerca de sus alumnos y sí el modo en que esto puede repercutir en el modo de trabajar en clase, hay una cuestión en relación con las encuestas, aún si cabe, más preocupante. Esta no es otra que el valor mediático cada vez mayor que se les da a las encuestas estadísticas, a pesar del sesgo conservador que implican. A este respecto, J. Ibáñez nos advierte que las encuestas estadísticas sobre cuestiones ideológicas conllevan un posicionamiento del entrevistado sobre la cuestión, por lo que este tiende a inclinarse a responder de acuerdo con aquella opinión que cree goza de mayor aceptación dentro de su propio medio social. De forma que la respuesta se encuentra así condicionada y carece, por sí misma, de valor científico.
Como carece de valor científico comparar la conducta y los conocimientos de los alumnos escolarizados en secundaria en estos tiempos con los de antes. En primer lugar, porque hasta 1990 no se inicia en España la obligatoriedad de estudiar hasta los 16 años. En segundo lugar, porque habría igualmente que recordar que en los ochenta no obtenía el título de EGB el 20% del alumnado. Que en BUP sólo se escolarizaba una parte de la población, social y académica seleccionaba, a pesar de lo cual cerca del 13% abandonaba el primer curso y otro tanto el segundo. Que el problema era aún mayor en la Formación Profesional, de forma que en la FP1 fracasaba más de un 50%.
Por todo lo cual, parece evidente que se impone partir de donde cada uno está y puestos a comparar alegrémonos de que al menos ahora, hasta los 16 años, todos tienen legalmente las mismas oportunidades.
VICENTE M. PÉREZ GUERRERO
12 de octubre de 2008
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